Ojo con el sol

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Los meses de verano, donde es más frecuente la exposición a los rayos solares, deben ser también los de mayor prevención. Horario, uso adecuado del protector solar, otros cuidados según el tipo de piel e información correcta son algunas de las claves para evitar el daño mayor que puede provocar el sol: el cáncer de piel. 

El sol es en sí mismo una paradoja: al mismo tiempo que es esencial para la vida animal y vegetal, calefactor y fuente de luz, puede convertirse en enemigo de la salud humana si no se toman recaudos para evitar que sus poderosos rayos hagan daño a nuestra piel. Se trata de las radiaciones solares electromagnéticas, que incluyen ondas de radio, microondas, rayos X, rayos gamma, más los infrarrojos, la luz visible y la luz ultravioleta (UV), que son las tres que llegan a la Tierra. Esta última es la principal responsable de las alteraciones en la piel, aunque su forma más dañina, los rayos UVC, son absorbidos por la capa de ozono. Los rayos UVB, aunque en parte son filtrados, son los que provocan enrojecimiento y quemaduras, y colaboran en la generación del cáncer de piel, del mismo modo que los rayos UVA, que tienen menos energía pero penetran en la piel en profundidad y dañan el tejido elástico.

Más allá de perjuicios menores, el mayor efecto destructivo del sol es el cáncer de piel, que se presenta en tres formas: el carcinoma basocelular (CBC), que es la forma más frecuente de cáncer de piel en la raza blanca, con más del 70% de los casos y que afecta al 30% de la población mundial; el carcinoma espinocelular (CEC), segundo cáncer de piel en frecuencia (casi el 15% de los casos) pero con una incidencia en constante aumento, especialmente con la edad de la persona (a mayor edad, mayor riesgo), y el melanoma (MC), que en los últimos años presentó un crecimiento exponencial en todo el mundo y es la causa más frecuente de muerte entre las enfermedades cutáneas. En la Argentina se estima que representa a cerca del 1,2% de todos los tumores malignos, con unos 1.500 casos nuevos por año. Por otra parte, hoy es muy frecuente que quien tuvo una exposición solar exagerada durante su vida, presente varias formas de cáncer de piel simultáneamente o a lo largo de los años.

 Claves para cuidarse

Según detalla el Comité de Expertos de la 23° Campaña Nacional de Prevención de Cáncer de Piel, de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), estos son Los 10 mandamientos para cuidar tu piel del sol:

1. “No exponerse al sol en los horarios próximos al mediodía. Entre las 10 y las 16 horas la intensidad del sol (y su daño) es mayor. En la práctica, si la sombra que proyecta el cuerpo contra el piso es más corta que la estatura, es un horario no conveniente para exponerse (riesgo alto). Si la sombra es más larga que la estatura, el riesgo es bajo. Tener en cuenta que hay otros factores como época del año, latitud, altitud y reflejo del sol (mayor riesgo en verano, cerca del Ecuador, en las montañas, la nieve, el agua o la arena).

2. Utilizar la sombra como protección. La sombra de una construcción, de un árbol, una sombrilla o una carpa bloquean de manera eficaz los rayos del sol. Utilizar camisas de manga larga, con cuello, pantalones largos y sombreros de ala ancha (8 centímetros) es de mucha utilidad. También sirve usar anteojos oscuros, de calidad reconocida, que bloqueen rayos UVA y UVB.

3. Usar protector solar. Se recomienda utilizar cremas, geles o aerosoles de marcas reconocidas, respetando su fecha de vencimiento, que sirvan para UVA y UVB con un factor de protección solar (FPS) no menor a 30.

4. Aplicar correctamente el protector solar. Para que sea útil hay que colocarlo unos 20 minutos antes de exponerse al sol, con la piel seca y cubriendo todas las zonas descubiertas. Usar el mismo nivel de protección en todo el cuerpo. La cantidad debe ser abundante. Hay que volver a aplicarlo cada 2 o 3 horas con la piel seca. Si se transpira mucho o se está dentro del agua hay que re-aplicarlo (aun si son resistentes al agua). No reducir el nivel de protección a lo largo de los días: el bronceado evita sensación de quemazón, pero no previene de consecuencias negativas a largo plazo.

5. Seguir la regla de las cucharadas. Una regla práctica es tomar como medida el equivalente a una cucharada mediana (de té): aplicar una cucharada para toda la cara y la cabeza, otra cucharada para todo el brazo, antebrazo y mano, dos cucharadas para el muslo, pierna y pie de cada lado. Finalmente 2 cucharadas para usar en pecho y abdomen y otras dos para toda la espalda. Utilizando 11 cucharadas para todo el cuerpo obtendremos el nivel de protección estipulado en el envase. Usualmente se utiliza entre un tercio y la mitad de la cantidad necesaria.

6. Humectar la piel después del sol. La piel se seca por la transpiración, el viento, la arena y el calor. Es muy conveniente utilizar alguna crema liviana (emulsiones) para devolverle la elasticidad natural.

7. Prestar atención a los medicamentos. Algunos medicamentos pueden producir rojez y quemaduras solares severas en la piel cuando se los ingiere y se está expuesto al sol. Hay que revisar con el médico si alguno de los medicamentos puede tener este efecto adverso para extremar los cuidados.

8. Cuidado especial de los chicos. Los chicos menores de 2 años deben protegerse con sombra (árboles, sombrillas, carpas, sombreros, ropa) y respetando los horarios seguros. En mayores de 6 meses se pueden utilizar en pequeñas zonas los protectores solares que contienen solo sustancias de acción física, ya que la absorción de sustancias químicas a través de una piel muy fina podría generar inconvenientes. En los menores de 6 meses no se debe usar ningún protector solar.

9. No preparar la piel con sesiones de cama solar. Las camas solares emiten rayos ultravioletas A que producen un rápido bronceado. Aunque no se sufra irritación ni quemaduras, ese bronceado es nocivo para la salud de la piel. Las camas solares pueden provocar cáncer de piel y su uso está cuestionado, regulado por ley y hasta prohibido en muchos países (Brasil, Australia) por esta razón. La Organización Mundial de la Salud las incluyó dentro del grupo de sustancias cancerígenas junto al arsénico y al tabaco.

10. Exponerse moderadamente al sol. Ninguna recomendación es suficiente si se tiene exposiciones de largas horas al sol, aun respetando los consejos de protección”.

Mitos y verdades

Los expertos de la SAD también ponen el acento en algunas creencias o falsas informaciones que atentan contra la prevención. Entre las verdades mencionan, sin dudas, que el sol causa cáncer de piel si no se toman los recaudos ya descriptos; que las quemaduras solares durante la infancia y la adolescencia aumentan el riesgo de padecer melanoma maligno; que las camas solares pueden provocar cáncer de piel, y que las cremas autobronceantes no son dañinas. En cambio, advierten que es falso que el bronceado protege la piel del sol; que hay que ir cambiando el factor de protección que se usa según la piel se va tostando; que los chicos tiene que cuidarse más que los adultos; que los días nublados no hace falta protegerse, y que es necesario tomar mucho sol para producir vitamina D.

Otras recomendaciones del Comité de Expertos incluyen estar alerta ante la aparición de manchas o lunares nuevos; tener en cuenta el tipo de piel, especialmente quienes tienen piel y ojos claros y los que siempre enrojecen y nunca se broncean, del mismo modo que los que tienen muchos lunares; acentuar la prevención y los controles quienes tienen antecedentes familiares de cáncer de piel; tener presente que para cualquier actividad al aire libre rigen los mandamientos de prevención; las embarazadas deben reforzar su protección contra las radiaciones ultravioletas, ya que los cambios hormonales propios de esta etapa provocan alteraciones en la coloración de la piel, que se agravan con la exposición al sol; mantener los niveles de vitamina D a través de una dieta sana, con alimentos como pescado, cereales, hígado o lácteos fortificados, y visitar al dermatólogo al menos una vez al año.

 

Fotos: Shutterstock