Tonolec, música fusión de origen ancestral

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Charo Bogarín, formoseña e hija de desaparecidos, y Diego Pérez, chaqueño, se conocieron una noche del año 2000, y poco después fundaron un dúo que fusiona la música electrónica y los cantos originarios de los pueblos tobas.

Los pueblos originarios de América Latina han cargado con el peso de la invisibilización que siguió al genocidio. Silenciar la historia de los pueblos es el modo de hacerlos desaparecer para siempre, aún cuando haya habido grupos que resistieron.
Con toda justicia los tiempos han empezado a cambiar y el paradigma de anulación y silencio ha comenzado a ser poco a poco reemplazado por el respeto y el reconocimiento a los verdaderos dueños de una tierra arrebatada, por años, por el mal llamado descubrimiento de América. El valor que este cambio de paradigma tiene trasciende a los pueblos originarios y permite a un país y a un continente percibir su historia en su verdadera dimensión.
Lo que resulta aún más valioso es conocer personas que han llevado adelante estas convicciones en tiempos donde las cosas todavía no habían cambiado ni un poco. En épocas de crisis culturales, herederas del neo liberalismo, nació un grupo de música decidido a hacer escuchar las voces de los que permanecieron enmudecidos por el poder.
Tonolec es el nombre que este dúo ha elegido como nominación. Tonolec es un ave originaria del monte chaqueño que posee un canto hipnótico. Es similar a la lechuza y su plumaje, según la leyenda, es considerado de buena suerte y con poderes para el amor.


En el año 2000, Charo Bogarín y Diego Pérez se conocieron una noche gracias a un amigo en común y ya nunca dejaron de trabajar juntos. Decidieron fusionar la electrónica y los cantos originarios de los pueblos tobas que, en sus canciones, se encuentran y se entrelazan. Los dos traían su historia en relación a la música y el arte.      
Charo originaria de Clorinda, Formosa, ya de pequeña cantaba, aunque formalizó su relación con la música después de pasar por la carrera de periodismo y de ver sus sueños de bailarina frustrados. Tataranieta de un cacique guaraní, hace honor a sus orígenes a través de la música. También, como hija de padre desaparecido en la última dictadura militar,  la música ha sido un modo de elaborar su historia y volverla arte.


Diego, de Resistencia Chaco, se sintió movilizado por la música desde siempre. Toca instrumentos desde su infancia y ya de pequeño componía canciones. A los 18 años estudió en la Universidad de Córdoba composición musical.
Mucho camino han recorrido desde entonces. Unos meses después de su primer encuentro ya recorrían los bares de la ciudad de Resistencia. En aquel momento su música era un pop electrónico. Un año después habían ganado el concurso Fémina Rock de MTV. Por este premio viajaron a España. Su nombre entonces era Laboratorio Wa. Esa experiencia los llevó a compartir escenario con María Gabriela Epumer, Julieta Venegas y Aterciopelados, entre otros grandes artistas. Allí reconocieron que su música no representaba sus orígenes y su identidad. Con esa idea en mente, sin abandonar lo electrónico, comenzaron a trabajar con los cantos tobas. Su modalidad de acercamiento a los pueblos originarios incluyó el intercambio con los tobas, acercándose personalmente a su propio territorio: se vincularon con las comunidades en Chaco y en Derqui en la provincia de Bs As. Aprendieron de las rondas de canto y baile del coro de hombres y mujeres tobas que utilizaron luego de base para su propia producción musical. A ello sumaron material histórico que habían investigado.


Se ven inspirados no sólo por los pueblos originarios: sus influencias musicales también incluyen a parte del folclore nacional como Atahualpa Yupanqui, Ramón Ayala y Ariel Ramírez.
Componen sus canciones en ambas lenguas: castellano y toba, conformando un estilo propio y único. Su modalidad de trabajo es la de componer en equipo, Diego hace las bases electrónicas, Charo toca el charango, el piano y el nvique, que es un violín de origen toba. Así mezclan lo nuevo con lo ancestral, conformando una nueva tendencia en el folclore de nuestro país.
En noviembre pasado fueron invitados a Marruecos al II Foro Mundial de derechos humanos, junto a una delegación de representantes de nuestro país donde se reunieron más de siete mil personas de alrededor del mundo. Llevaron su música y nuestras tradiciones  al continente africano. Aunque no es la primera vez que Tonolec traspasa la frontera de nuestro país, ya lo han hecho en múltiples oportunidades. Visitaron varios países de América Latina y de Europa. También se han presentado a lo largo y ancho de nuestro país.


Su primer disco lleva por título el nombre del dúo, -Tonolec- y fue editado en el año 2005. Luego vinieron Plegaria del árbol negro (2008), Los pasos labrados (2010),  el DVD Tonolec acústico (2011) y Cantos de la tierra sin mal (2014). En su último disco fueron acompañados por los reconocidos artistas Teresa Parodi y Peteco Carabajal. Han llevado su nuevo disco a la Ciudad Cultural Konex, donde concretaron una presentación donde confluían varias disciplinas, inclusive un coro de niños.
Actualmente suelen presentarse acompañados de seis músicos; presentan sus shows como Tonolec octeto
Parte de la letra de su canción En busca del sol, dice: “Ey, por mis venas corre sangre nativa, es dulce, es tibia, con un beso se activa, voy entrando a un espacio civilizado, cuantizado, no hay nada,... armado, y sigo buscando refugio del hombre blanco. Yo no estoy postrado a tus pies, llevo la marca en la piel. Y aunque destruyas mi ser, mi alma no la atraparás.” Los Tonolec son almas libres que siguen buscando el sol y en ese camino comparten con el mundo la dignidad de nuestros orígenes, tantas veces ignorados.