Trash art: Basura y arte, una tendencia que crece

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El término de Trash Art remite a la posibilidad de crear esculturas, pinturas o piezas a partir de objetos o materiales de desecho o residuos, sin ocultar su origen. Tim Noble y Sue Webdter, Francisco de Pájaro y Tom Deininger son algunos de los artistas contemporáneos que han sabido probar que puede surgir la belleza o la denuncia, de un montón de basura.

Si hay algo que define a las sociedades contemporáneas es la velocidad con que se consume y la cantidad de material de desecho que se acumula diariamente en las grandes urbes. Se calcula que cada habitante produce un promedio de un kilo de basura al día, lo que redunda en miles de toneladas de residuos anuales.

El problema de la basura es universal y preocupa a buena parte de los países del mundo desarrollado. En ese contexto, los más creativos se atreven a reutilizar los desperdicios y convertirlos en nuevos objetos estéticos: de esa forma no sólo demuestran que la creatividad y el ingenio pueden alimentarse incluso de los residuos, sino que además componen piezas con un alto valor de denuncia social, muchas veces asociado a la violencia que caracteriza la vida en sociedad, incluso la violencia misma que supone el consumismo desenfrenado, en un mundo en donde aún millones mueren de hambre.

La tendencia de producir arte –esculturas, pinturas- a partir de la basura, gana seguidores, sobre todo entre las nuevas generaciones, y ya tiene algunos referentes que se han ganado la admiración del público, algunos más famosos que otros.

Entre los artistas que lograron acaparar la atención del público, se encuentra en España,  Francisco de Pájaro –ese es su nombre artístico- que usa la basura que encuentra por las calles de Barcelona para crear obras “in situ”, modificando diferentes elementos sin necesidad de descontextualizarlos.
El español crea, casi siempre, en derredor de los mismos volquetes o tachos de basura que encuentra en la calle, valiéndose de las cajas, cartones, colchones o bolsas que se hayan tiradas en determinado sitio. A diferencia de otros artistas, que posteriormente trasladan sus obras a salas de exposición o museos, sus obras quedan expuestas a la vista de todos, en el mismo punto en el que fueron creadas. Así, se ha vuelto conocido, tras convertir numerosos contenedores de basura de Barcelona en auténticas galerías de arte temporarias.

Otros de los artistas que también han ganado relativa fama en el rubro, son los ingleses Tim Noble y Sue Webster, que se iniciaron en los 90’ y desde entonces trabajan en obras que componen con pilas de basura. Sus figuras, que al primer vistazo se presentan como pequeñas montañas de chatarra, revelan, iluminadas desde determinadas perspectivas, sombras sensuales y sugerentes: del amasijo de papeles, latas y cartones surgen formas que sorprenden a los espectadores, por su sentido y belleza.
Son obras sorprendentes y divertidas pero que también cuentan con una profunda carga crítica a la sociedad actual, donde impera la cultura del “usar y tirar”. Noble y Webster recogen la chatarra de las calles de Londres.
Las sombras, hiperrealistas, pueden ser, por ejemplo, un homenaje al David de Miguel Ángel como en una de las esculturas más famosas. Otra muestra una silueta que por su bastón, traje y bombín, recuerda a Chaplin; mientras que una tercera recrea la figura de dos personas sentadas descansando, apoyadas la una contra la otra: mientras una se fuma un cigarro y la otra se toma una copa.
El artista estadounidense Tom Deininger, por su parte, usa la basura para construir collages y esculturas. Sus creaciones, muy elaboradas, pueden estar fabricadas a partir de cientos de colillas de cigarrillo encontradas en la playa, por ejemplo.

El Trash Art sigue ganando espacio en las galerías especializadas, sorprendiendo al público y probando que la vocación y la necesidad de expresarse, a menudo va más allá de las posibilidades económicas que puedan tener, o no, los artistas. Con un pedazo de cartón, algunas bolsas sucias, y mucho ingenio, algunos han hecho honor al arte.