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El sueño de la huerta propia

Quienes ya tienen su huerta aseguran que comer aquello que fue cosechado tiene un sabor distinto, el sabor del triunfo o el logro concretado. Por eso, dicen, quienes se inician en este camino difícilmente vuelvan del mismo modo a comprar verduras u hortalizas a las góndolas del supermercado. La huerta propia es un sueño posible, al alcance de cualquiera, y que los beneficios que aporta el hecho de consumir alimentos vírgenes de productos químicos y aditivos aporta a sus vidas un elemento saludable.

“Empecé con tomates y hierbas, y hoy cultivo espinacas, pimientos y lechuga”, dice Mariana, que vive cerca de Pilar (39), psicóloga y madre tres hijos. “Cuando ellos vuelven de la escuela y yo del trabajo nos ocupamos de regar, limpiar los yuyos, es como un bálsamo, y un momento que disfrutamos compartir. A los chicos también les genera mucha emoción comer en la cena algo de lo que ellos mismos plantaron, y se animan a probar todo”, cuenta.  
Para empezar hay que saber que la huerta puede adaptarse al espacio del que se dispone: hay quienes siembran en algún terreno, en el jardín, incluso en el balcón del departamento, o en maceteros o canteros. En los espacios más chicos –maceteros o macetas de balcones- se puede plantar  perejil, menta, albahaca, romero, orégano, cilantro, tomillo, ciboulette. Las hierbas tienen la ventaja de crecer fuertes y en poco tiempo, y le dan gracia a salsas, carne, pollo, pescados o pastas. Lo importante es que estén en contacto con el sol y el agua y resguardadas del frío y el viento, sobre todo en los meses de otoño e invierno. El quinoto y el tomate cherry también son buenas opciones, porque crecen de plantas chicas.
En terrenos o jardines, pueden plantarse lechugas, rúcula, rabanito, espinaca, acelga, coliflor, tomates. Para esto es necesario consultar con algún jardinero amigo –o en Internet- cuál es la mejor época para sembrar y cosechar cada una de las hortalizas y verduras o frutas.

El sabor de las cosechas es muy superior al de los alimentos que ofrecen los supermercados; en primer lugar por los químicos a los que se someten las siembras, y por otro porque las cámaras de frío y el tiempo que tarda en llegar al consumidor terminan por “aplanar” el sabor original. Y ni hablar de los congelados: se sabe que lo que se congela siempre pierde calidad y sabor, porque el agua forma cristales que rompen la estructura natural de frutas y verduras. Por eso tampoco conviene guardarlas en la zona más profunda de la heladera: el frío excesivo quema las hojas. Es preferible hacerlo en alguno de los compartimentos de abajo o en recipientes abiertos y secos.
“El hecho de comer lo que acabás de sacar de la planta es lo mejor de todo esto”, asegura Marcelo (44), contador y papá de dos nenas, a Revista Cabal Digital. “Nosotros tenemos un buen espacio en el jardín dedicado a la huerta y nos divierte pensar qué comemos en función de lo que tenemos”. Marcelo asegura que la huerta los ayuda a llevar una vida más sana. “Conectamos con la naturaleza, al menos un rato por día, y eso nos desconecta a su vez de la locura cotidiana. Cortamos las hojas con las manos y preparamos ensaladas. Comer mejor te lleva además a sentirte mejor y más liviano”, explica.

Por dónde empezar. Consejos útiles

• El requisito principal para hacer una huerta es elegir un lugar con pleno sol y buen drenaje (se pueden poner piedras o baldosas en el fondo de macetas y canteros), con tierra liviana.

• Planificar lo que se va a sembrar de acuerdo a la superficie de que se dispone. En una pequeña superficie, conviene plantar hierbas, verduras de hojas y aromáticas, en cambio tomate, berenjena,  morrón, zapallo y zapallitos, requieren mayor espacio.

• Puede comenzarse con la plantación de plantines comprados o con la siembra de semillas, frescas y de buena calidad. Hay que tener en cuenta la época en que se planta ya que hay ciertos vegetales que crecen mejor durante el otoño e invierno (repollos, rúcula, lechuga, espinaca, etc.) y otros que crecen solamente en el verano (como ser los tomates, zucchinis, pimientos, berenjenas, etc).

• Cuidar la huerta requiere de al menos una visita semanal, que consistirá en riego, reposición de plantas y desmalezado. Los canteros deben regarse dos veces al día, pero hay que prestar atención para no ahogar a las semillas.

• Para que las especies no compitan por los mismos nutrientes, es aconsejable combinar plantar de hojas -lechuga o acelga-, raíces -zanahoria, remolacha, rabanito- y frutos -tomate y ají-, las tres clases de verduras que se pueden sembrar en una huerta de este tipo.

• Una opción fácil y rápida, es el rabanito, que a los 25 días de haber sido sembrado está listo para llevar a la mesa. Una planta de lechuga puede tardar aproximadamente  45 días, y el tomate, el ají y la berenjena no están maduros antes de los 60 días (sembrar en primavera).

 

 

Etiquetas: huerta propia, huerta en casa, plantar verduras, medio ambiente, comida sana, comida orgánica