Isabel de Guevara. La carta silenciada.

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Isabel de Guevara. La carta silenciada. Autora: Alicia Muñoz. Intérprete: Mónica Villa. Dirección: María Esther Fernández. Diseño de iluminación: Pablo Curto. Diseño y realización de vestuario: Pablo Battaglia.  Diseño de peinado: César Rajoy. Asistencia técnica y de sonido: Juan Elías Ranieri. Asistente de dirección: Guadalupe Berrino. Teatro del Pueblo. Lunes a las 20 horas.

         Considerada la primera feminista en el territorio del Rio de la Plata, Isabel de Guevara fue una mujer que formó parte de la tripulación de 1500 hombres (algunos hablan hasta de 3000) que, en trece navíos, partió de España (Sanlúcar de Barrameda) rumbo a estas latitudes al mando de don Pedro de Mendoza, quien financió la expedición y fue nombrado adelantado y gobernador  de las geografías por conquistar, en todas las cuales se suponían, según lo contaba el mito, encontrarían riquezas inconmensurables en oro, plata y piedras preciosas . El viaje se inició el 24 de agosto de 1535 y el adelantado fundó Santa María del Buen Ayre en 1537, con tan mala suerte que los enfrentamientos con los indígenas del lugar y la cada vez mayor falta de alimentos  fueron diezmando poco a poco esa tripulación original, en la que había varias mujeres.  Isabel de Guevara describe esos episodios en una famosa carta que le envió a Juana de Austria, princesa gobernadora de los reinos de España por entonces. La misiva, que está conservada en el Museo Histórico de Madrid, cuenta las desdichas que sufrieron los integrantes del grupo que  participó de la primera fundación de Buenos Aires, como resultado del hambre y las luchas con los habitantes originarios de la zona.  De los miembros iniciales que hicieron aquel viaje hacia el Río de la Plata sobrevivieron al parecer unos 400, cifra en la que se incluye a varias de las mujeres mencionadas por Isabel de Guevara en la carta (unas diez). Todos, hombres y mujeres supérstites, al mando de Juan Ayolas, decidieron remontar en dos bergantines las aguas del Paraná hacia el Paraguay, en cuyo territorio se asentaron. Pedro de Mendoza, afectado por una grave sífilis, volvió a España y falleció en la travesía por el Atlántico.

      Isabel de Guevara, en esa carta escrita 20 años después de la primera fundación de Buenos Aires, narra a Juana de Austria detalles de la hambruna que se produjo en aquel hecho. Dice que no había para comer ni siquiera ratas, ratones, sabandijas o culebras, y que algunos se comían hasta los cueros de las botas. Afirma también que las mujeres cumplieron un papel heroico en el cuidado de los soldados, tanto para curarle las heridas como para darles ánimo cuando se deprimían. Una vez llegadas a Paraguay, siguieron cumpliendo sus labores, además de lavar la ropa, sembrar la tierra con sus manos y cocinar. La carta, que nunca fue contestada y al parecer tampoco llegó a su destinataria, adquirió importancia simbólica para la historia porque, además de ser un testimonio de primera mano de lo que ocurrió en la fundación de Buenos Aires, refleja las demandas que Isabel Guevara hace, si bien con mucho respeto por la monarca, para que se le reconozcan derechos en la administración de fondos y repartos en el nuevo asentamiento de Paraguay. Su marido ha muerto y ella expresa que merece que se le otorga lo que pide porque se lo ha ganado con su esfuerzo, con su trabajo.

    Con ese material, la dramaturga argentina Alicia Muñoz escribió un atractivo monólogo en el que reproduce pasajes de la carta y añade elementos que son fruto de su imaginario ficcional. Esta obra se representó en 2003 y 2004 bajo la dirección de María Esther Fernández y con dos actrices, una que representaba a Isabel Guevara en su última etapa, cuando presa de una fiebre que termina por matarla, comienza a relatar aspectos de la carta que envió a la reina de España y otra que la muestra en su juventud, cuando, llena de bríos y sueños por sumarse a la conquista y hacerse de una buena posición en el Nuevo Mundo, desobedece los consejos de su padre y se incorpora a la expedición de Mendoza, acompañando a un pariente militar que viaja con ella. En esta versión de la pieza, que dirige también la directora de la primera, ambos roles son protagonizados por una sola actriz, la excelente y reconocida actriz Mónica Villa, quien en una exhibición exquisita de sus dotes interpretativos compone ambas edades de su mismo personaje con una amplia variedad de recursos y matices. El magnetismo de la actriz hace que los cerca de cincuenta minutos que dura el espectáculo no dejen ningún hueco para la distracción. Una mención especial merece el vestuario de Pablo Battaglia que, durante un breve apagón, aparecerá totalmente cambiado en la transición del personaje de su edad madura a la juventud.

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