Abran cancha: las árbitras argentinas

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El referato dejó de ser terreno de hombres. Desde que Florencia Romano desafió a la AFA en 1996, las mujeres buscan abrirse paso en un mundo machista que no termina de aceptarlas. En el último Mundial de Fútbol, realizado en Brasil, no hubo ninguna réferi mujer. ¿La habrá alguna vez? Eso se preguntan las árbitras locales que, si bien han ganado terreno en la cancha en años recientes, casi no existen a nivel profesional. De los jueces que ejercen en la Argentina, 3.700 son varones y solo 53, mujeres. «No hay una aceptación completa. Es una lucha continua», señala Gisela Trucco (27), árbitra de la Liga Rafaelina de Fútbol y exatleta que, en 2012, fue elegida mejor árbitro de la División Reserva e Inferiores.

Fue Florencia Romano, una arquitecta, boxeadora amateur y ex maestra mayor de obras tucumana –hoy, árbitra internacional–, quien sentó un precedente. En agosto de 1996 le envió una carta documento a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en la que le solicitaba su incorporación a la nómina de árbitros profesionales. Como no obtuvo respuesta, se encadenó a la puerta de la institución y comenzó una huelga de hambre por discriminación de género laboral. El entonces titular de la AFA, Julio Grondona, afirmó: «No es sensato que una mujer dirija un partido de fútbol entre hombres». Pero la persistencia de Romano fue tan fuerte que, un mes más tarde, Grondona debió asistir a una audiencia ante la Cámara de Diputados de la Nación. A la salida, declaró: «Florencia va a ser probada como todos los árbitros; todos van a tener la posibilidad. No va a haber inconvenientes y las mujeres podrán arbitrar igual o mejor que los hombres». Finalmente, en abril 1998 Romano se convirtió en la primera mujer que arbitró un partido de la Primera D, entre Victoriano Arenas y Muñiz. A ella le siguieron otras, como Salomé Di Iorio (35), abogada nacida en Quilmes, que también dirimió un encuentro en planteles superiores y se graduó como la primera árbitra internacional argentina. En 2012 representó al país en los Juegos Olímpicos y este año hizo lo propio en la Copa Mundial Femenina, que se jugó en Canadá. Pero fue otra árbitra internacional, la obereña Estela Álvarez de Olivera (37), quien, en 2009, llegó más lejos en las lides masculinas: dirigió cuatro partidos del Nacional B. «En uno me fue mal y no volví a dirigir. Nadie me dio explicaciones. Fue por un partido entre Deportivo Merlo y Ferro. Mi línea, que era un hombre, marcó banderín fuera de juego lateral, que no existe. Cometí un par de errores, pero nada grave. Te dan la oportunidad y se te equivocás una vez, no volvés», dice, con pesar.

En ese momento, Francisco Lamolina era director del Colegio de Árbitros, organismo que se encarga de designar a los jueces para los partidos. «Ojalá que ahora con Miguel Scime pueda cambiar la realidad de las mujeres», subraya Estela, quien es entrenadora de natación y se crió jugando al fútbol con sus siete hermanos. «Los dirigentes tienen que confiar un poco más en nosotras. Normalmente trabajamos bien y sin complicaciones. Estamos tan cuestionadas que tenemos el reglamento recontraestudiado. Tenemos mucha dedicación y somos reprofesionales», agrega. Trucco coincide con ella. «Es importante que nos den la posibilidad de ascender. Si pensamos en las jugadoras de fútbol, ellas están todas en las mismas condiciones, en cambio nosotras estamos en competencia con hombres y dependemos de decisiones políticas y de la suerte de que en determinado momento justo alguien te haya venido a ver», señala.

En su oficina, Carlos Coradina, instructor de la Escuela de Árbitros, director de Veedores de la AFA y ex árbitro de Primera División, dice que «el camino de las mujeres no es mejor ni peor, sino distinto». Lo dice porque un hombre demora 10 años en llegar a optar por el arbitraje internacional, mientas que una mujer que se destaque en su desempeño, tarda la mitad. Ahora, en el caso de ellas, las cosas cambian cuando se trata del ámbito nacional. Durante su carrera, ambos sexos hacen Infantiles, Juveniles y Reserva, y luego los varones continúan en Primera D, Primera B, Nacional B y Primera. Esta segunda parte de la formación no es algo que se elige, simplemente no se contempla que la sigan mujeres. «En la Argentina no hay chance de que lleguemos a Primera. Uno permanece en la misma categoría durante 8 o 9 años», comenta Álvarez, mientras que, en países como Brasil, Grecia, Irlanda, Turquía y Rumania, hay réferis mujeres en Primera División. Y tanto Alemania como Italia e Inglaterra, países futboleros por excelencia, cuentan con 2.400, 1.700 y 934 mujeres, respectivamente, que dirigen partidos de Segunda División.

¿Por qué no se les deja hacer a las mujeres el camino que hacen los varones? «Porque no hay seguridad de que vayan adelante», responde Coradina. «Habría que ir de menor a mayor, porque el fútbol es una actividad de altísimo riesgo. Yo estoy detrás de la idea de que hay que abrir la puertita, vamos a probar…». Aunque reconoce el machismo de los técnicos, los jugadores y la «sociedad del fútbol» en su conjunto, Coradina comparte la idea generalizada de que las chicas que dirigen tienen que tener «carácter». «Una fuerte personalidad para enfrentar una situación límite. Uno tiene que lograr prepararlas para un mundo difícil, que se da a cada jugada. Técnicamente, hay que estar al día con toda la actualización reglamentaria. Además, está el condimento de la gente que presencia partidos. El argentino es muy apasionado: siempre piensa que el árbitro resta cosas, que es el enemigo. Entonces, la mujer también se tiene que acostumbrar a eso», sostiene.

Como ejemplo de la resistencia que aún existe hacia las mujeres, cuenta que le entregaron un video para que lo mire. Es de un partido que arbitró la porteña Laura Fortunato (30), quien fue representante argentina en la Copa América Femenina 2010, que se disputó en Ecuador, y, desde 2013, es árbitra internacional. «Un jugador la insultó, porque ella lo había sancionado… El jugador cometió una falta física, pegó una patada con violencia y, seguramente, se le escapó la boca. Si hubiera sido un hombre el árbitro de ese partido, este video no estaría acá», admite.


Francia Fernández
Nota Reproducción de Acción Digital – Edición Nº 1180


En tiempos de Ni Una Menos y donde las mujeres han demostrado que pueden ocupar cargos y posiciones que hace años eran impensados, las arbitras argentinas reclaman su lugar. ¿Vos estás de acuerdo con que las mujeres dirijan partidos importantes en los torneos del fútbol argentino? Dejanos tu comentario.