Entrevista a Daniel Orsanic

Deportes

Condujo a la Argentina a ganar su primer y único trofeo en la Copa Davis. Mientras prepara la próxima serie con Kazajistán por los play-offs del Grupo Mundial, dirige el desarrollo de los menores. 

El tenis argentino ha sido a lo largo de su historia bastante prolífico en lo que a momentos de gloria se refiere. Desde aquel 1977 en el que Guillermo Vilas ganó 16 de los 31 torneos que disputó, pasando por la medalla de plata de Gabriela Sabatini en Seúl 88 hasta los innumerables éxitos de las últimas generaciones de tenistas nacionales nuestro tenis nunca ha dejado de darnos satisfacciones. Pero el buen nivel de los tenistas nacionales nunca había terminado de reflejarse con un éxito en la Copa Davis, el trofeo más importante a nivel equipos. Hasta el año pasado. Luego de cuatro finales perdidas (1981, 2006, 2008 y 2011), la Argentina logró finalmente quedarse con la preciada Ensaladera de Plata.

El artífice de tamaña hazaña, por lo menos desde la conducción, fue Daniel Orsanic, un ex doblista que tomó las riendas del equipo nacional en 2015. En su primer año, logró llegar hasta las semifinales, donde cayó con Bélgica luego de eliminar a Brasil y Serbia. Y en 2016 ganó el certamen derrotando a Polonia, Italia, Gran Bretaña y Croacia, con el plus de que todas las series se jugaron en calidad de visitante. Este año perdió con Italia en la primera ronda y deberá enfrentar a Kazajistán este mes en los play-offs para mantenerse en el Grupo Mundial.

Pero más allá de la histórica victoria en la Davis del año pasado, lo que caracteriza a Orsanic es una visión mucho más integral del tenis argentino. Por eso, cuando no hay competencia oficial su trabajo se vuelca hacia los menores. Como Director de Desarrollo de Menores de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), apuesta al futuro de nuestro deporte procurando formar a los juniors en una “escuela” que los acompañe desde sus comienzos hasta el profesionalismo y, por qué no, hasta que algunos de ellos puedan ser parte del equipo nacional.

Es curioso que su mayor logro deportivo lo haya conseguido en Croacia, el país del que huyó su padre Branko a los 15 años luego de la Segunda Guerra Mundial. Un año en un campo de refugiados en Austria y tres en Italia (con el falso nombre de Orlovic) fueron la antesala del desembarco en Buenos Aires. Jugador de pelota paleta, Branko aprendió aquí a jugar al tenis y se convirtió en un prestigioso profesor de la AAT que tuvo de alumnos a José Luis Clerc y Alejandro Gattiker entre otros.

Con un padre así fue casi natural que Daniel se dedicara al tenis. Empezó a jugar a los 9 años y se destacó como doblista: ganó 8 títulos ATP en esa especialidad y su mejor ranking fue 24 en 1998. En Grand Slams alcanzó dos veces las semifinales de Roland Garros, con Lucas Arnold en 1997 y con el brasileño Jaime Oncins en 2000. Como jugador disputó un partido de Davis en 1999: junto a Arnold perdieron con los ecuatorianos Andrés Gómez y Nicolás Lapentti en la zona Americana de 1999. En singles ganó dos challengers (Goiania 1989 y Ljubljana 1993) y llegó a rankear 107 el 15 de noviembre de 1993.

Tras retirarse de la actividad profesional en 2001 se convirtió en entrenador. José Acasuso, el peruano Luis Horna, el uruguayo Pablo Cuevas y el brasileño Thomaz Bellucci pasaron por sus manos. Luego vino la designación de la AAT para formar a los chicos y la Davis. Hoy su lugar es indiscutido, algo nada sencillo en el tenis nacional.