La tecnología en los entrenamientos de fútbol

Deportes

Máquinas para mejorar la precisión de los pases, chips que miden los desplazamientos de los jugadores y softwares que registran todas las acciones de juego están hoy a disposición de los clubes

Si contamos cuántos penales se convierten de todos los que se patean en las principales ligas y copas del primer mundo futbolístico advertimos que el promedio de eficacia está en aproximadamente el 80 por ciento. Es decir que un jugador como, por ejemplo, Néstor Ortigoza está bastante por encima de esa media, pues los 35 goles en 39 ejecuciones le dan un promedio que supera el 90 por ciento. Y el mejor jugador del mundo, Lionel Messi, es en esta estadística bastante terrenal, ya que su media indica que convierte 8 de 10. Siguiendo con el tema penales, también se ha extendido bastante en los últimos tiempos la costumbre de que los arqueros consulten un papelito antes de una definición. Saben perfectamente a qué lugar suele patear cada futbolista. Lo que desconocen es si esa vez cumplirá con su “regla” o no. Estos datos, que a algunos pueden llegar a sorprender, son solo una ínfima porción de todo lo que se puede saber hoy sobre los jugadores de fútbol.

Tecnología y entrenadores

Desde que el desarrollo tecnológico se ha acelerado, el deporte también se ha ido nutriendo de importantes innovaciones en esa materia. Con más rezago que otras disciplinas, quizá por su mayor cuota de imprevisibilidad, el fútbol vio primero cómo los deportes más populares de Estados Unidos echaban mano a mediciones y datos sobre las acciones de juego. Pero aquellas resistencias iniciales a incorporar las estadísticas al análisis del fútbol hoy ya son casi una excentricidad. Y no solo de cifras está hecho el soporte tecnológico del fútbol. También hay máquinas que con mucha originalidad colaboran en la preparación de los futbolistas. Veamos qué tecnologías utilizan hoy los directores técnicos. 

La máquina de ganar

El entrenador alemán Jurgen Klopp, actualmente en el Liverpool de Inglaterra, revolucionó al Borussia Dortmund de su país entre 2008 y 2015 al conquistar la Bundesliga dos temporadas seguidas (2010-11 y 2011-12), obtener también dos subcampeonatos (2012-13 y 2013-14) y alcanzar la final de la Champions League 2012-13 eliminando nada menos que al Real Madrid en la semifinal. Aquellos éxitos llevaron a que muchos se preguntaran cuál era el secreto del equipo teutón. Y descubrieron que en el BVB Trainingszentrum, el predio de entrenamiento, había algo llamado Footbonaut, un robot creado para que los jugadores perfeccionaran su técnica y la calidad de los pases. La original máquina consiste en una jaula de 14 metros cuadrados con paneles desde los cuales se lanzan pelotazos (a una velocidad regulable) que el jugador, ubicado en el centro, debe parar y luego enviar al cuadrado indicado por una luz. Además de ayudar al futbolista a mejorar su precisión, el dispositivo va registrando lo que hace cada jugador y puede comparar su evolución semana a semana. Pero además hace que la práctica sea mucho más intensiva: 200 balones se reciben en 10 minutos, mientras que en un partido habría que jugar durante 4 horas para alcanzar esa cifra.

En 2014, otro club alemán, el Hoffenheim, también decidió apostar por el Footbonaut. La máquina parece haber dado resultados, pues en la temporada pasada terminó cuarto en la liga y clasificó por primera vez en su historia a la Champions League, donde fue eliminado por el Liverpool de Klopp en el repechaje. Sin embargo, el Hoffenheim fue más lejos aún que el Dortmund y también practica con otra máquina llamada Helix, un simulador con una pantalla de 180 grados que sirve para entrenar la visión periférica de los futbolistas, ya que estos deben reconocer a sus compañeros y a sus oponentes rápidamente. No es casualidad que este club del sur de Alemania sea de los más avanzados en esto de aplicar la tecnología al fútbol, pues su presidente es Diemar Hopp, uno de los fundadores de la empresa de soluciones informáticas SAP. Hace varios años vienen trabajando con sensores que colocan tanto en los jugadores como en las pelotas durante los entrenamientos, a través de los cuales recolectan datos sobre la performance y el rendimiento físico de cada futbolista. Esa información le llega en tiempo real al director técnico, quien la visualiza en una tablet o en los Google Glasses. A juzgar por los resultados que está consiguiendo (hace diez años jugaba en la liga regional), la tecnología le está funcionando muy bien.

Big Data y fútbol

Si la Footbonaut es por ahora una máquina para pocos (además del Hoffenheim y del Dortmund, la utiliza el América de México y la Federación de fútbol de Qatar), la recolección y el procesamiento de los datos que surgen de un partido en cambio está bastante más difundido. Son varias las empresas en el mundo que toman las imágenes de los partidos a través de varias cámaras para luego digitalizarlas y clasificar cada acción de juego. Desde la posesión del balón, los kilómetros recorridos por cada jugador o sus desplazamientos zonales (que se suele mostrar a través de gráficos conocidos como “mapas de calor”) hasta la cantidad de pases, remates, faltas, gambetas y un largo etcétera de variables, estas compañías proveen a los clubes y a sus entrenadores toda la información sobre sus equipos y sobre los rivales. Muchas veces estos datos suelen ser reproducidos de manera bastante cruda por los medios periodísticos, pero muchas instituciones invierten en especialistas que puedan hacer una lectura mucho más profesional de ellos, especialmente para trabajarlos bajo las directivas específicas de cada DT.

Opta es una de las empresas que lidera este mercado de datos. La compañía arrancó en 1996 armando un ranking llamado “Índice Opta” para la Premier League inglesa. Hoy tiene oficinas en todo el mundo y trabaja con unas 20 ligas registrando todas las acciones del juego: quién toca cada balón, dónde, cuándo, con qué parte del cuerpo y en qué momento del partido. 

La información generada a partir de estas mediciones de los partidos sirve también para que los clubes busquen jugadores o analicen a sus futuras contrataciones. Plataformas como Wyscout e Instat ofrecen ese servicio. La primera, por ejemplo, procesa 1500 partidos de más de 80 países diferentes cada semana y tiene en su base de datos a más de 330 mil futbolistas, de los cuales no solo se puede saber las estadísticas detalladas de toda su carrera sino también ver videos que recopilan acciones concretas, como todas sus gambetas o todos sus centros al área.

Tecnología de Avellaneda

Los clubes argentinos no son una excepción a la hora de contratar este tipo de servicios. Pero si hay un cuerpo técnico que lleva la delantera en esto de aprovechar las innovaciones tecnológicas para sacar información a la hora de plantear un partido o un entrenamiento, sin duda ese es el de Ariel Holan. Drones y GPS son las herramientas que suele utilizar el actual director técnico de Independiente para darle más eficacia al proceso de entrenamiento. “El GPS lo usamos para no entrenar de menos ni tampoco de más. Es muy importante ver la intensidad con la que se desplazan los futbolistas. Además, hay ciertos rasgos genéticos que te dan esos datos, por los cuales podés aseverar quienes tienen características físicas para jugar en el alto rendimiento del fútbol mundial”, declaró Holan cuando sorprendía al mundo del fútbol vernáculo con Defensa y Justicia. En Avellaneda también hay un dron sobrevolando el predio de entrenamiento y un carrito de golf adaptado para soportar una pantalla que transmite las imágenes captadas por el aparato volador. Copiada de cuando Marcelo Bielsa dirigía al Olympique de Marsella, esa idea permite que los jugadores comprendan más rápido lo que se quiere marcar. “El dron tiene un plano de filmación que facilita la comprensión”, explicó Holan.

A pesar de la centralidad que tiene hoy en día la tecnología, el fútbol nos sigue regalando proezas que nadie puede predecir. ¿Seguirá siendo siempre así? No lo sabemos, pero en la medida en que el uso de estas herramientas se estandarice es probable que no disponer de ellas implique cierta desventaja. Por ahora, por suerte, la obsesión por registrar y controlarlo todo no ha sepultado la magia.