Mujeres, precursoras de una pasión

Deportes

Cuando la delegación argentina pisó el estadio olímpico en la reciente inauguración de los Juegos de Londres 2012, Luciana Aymar escribió, inconscientemente, una gloriosa página  dedicada al rol de la mujer en el deporte albiceleste. Está claro que no fue la primera – Isabel Avellán en Melbourne 56’– ni será la última que porte el pabellón nacional en la máxima cita deportiva. Pero, sin dudas, este hecho evidencia que en un país en el que desde su concepción las mujeres tienen un rol ultra protagónico el deporte no es la excepción.

Si repasamos un lugar común, cuando los argentinos debatimos en una mesa de café acerca de quién ha sido el máximo exponente deportivo que defendió la identidad nacional, enseguida surgen los nombres de Juan Manuel Fangio, Carlos Monzón, Roberto De Vicenzo, Guillermo Vilas, Diego Maradona y en la actualidad -se han ganado un sitio en el Olimpo- Emanuel Ginóbili y Lionel Messi. ¿Alguien se preguntó alguna vez por qué ninguna mujer ocupa un espacio en esta selecta mesa?
Felipe Pigna en su libro “Mujeres tenían que ser” comienza el relato citando una afirmación de hace más de dos siglos del socialista utópico francés Charles Fourier. "Los progresos sociales y cambios de época se operan en proporción al progreso de las mujeres hacia la libertad". Para el autor, en la historia argentina, desde la conquista española hasta la actual presidencia de Cristina Fernández de Kirchner la afirmación se corrobora a diario. El universo femenino equivale hoy "la mitad más uno" de la sociedad argentina y son ellas mismas quienes han cargado y cargan con una importante porción del peso de la tradición del país. Responsables en todos los aspectos, construyeron su identidad a través del trabajo, la cultura, los debates, las luchas políticas y sociales, la vida familiar, barrial y colectiva. Este papel para el historiador, por lo general, ha sido negado o limitado a la mención de unas pocas figuras a la hora de escribir la historia, en la medida en que estas mujeres se destacaron en tareas, roles, profesiones u oficios definidos, de antemano, como "masculinos".  Suena injusto nombrarlas, debido a que en 200 años de historia es ilimitado el número de heroínas anónimas que lograron ganarse el reconocimiento en las páginas más dignas de la Argentina. Pero solo basta con caminar el salón de las Mujeres del Bicentenario en la Casa Rosada inaugurado en el año 2009 para hacer un recorrido por sus epopeyas. Cecilia Grierson (la primera médica y enfermera argentina), Mariquita Sánchez de Thompson, Blackie -Paloma Efrón- (conductora televisiva), Eva Duarte de Perón (precursora del voto femenino y “abanderada de los humildes”), Juana Azurduy (heroína de la independencia), Victoria Ocampo (escritora), Alfonsina Storni (escritora), Aimé Paine (dirigente mapuche), Tita Merello (actriz y cantante), Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, Alicia Moreau de Justo (dirigente socialista), Lola Mora (escultora) y las Mujeres de Malvinas son, quizá, las referentes más conocidas de esta casta sofisticada.
El éxito contemporáneo del deporte argentino ha hecho que nos familiaricemos con nombres propios como el de Paula Paretto, Georgina Bardach, Paola Suarez o Jennifer Dahlgren entre muchas otras. También los colectivos como Leonas – selección femenina de Hockey sobre césped-, Panteras - selección femenina de Vóley- forman parte de ese sentido común de época que nos permiten preguntarnos: ¿Llegó el momento de pensar en un cambio de paradigma en el deporte albiceleste? ¿Qué mujeres marcaron un antes y un después con sus hazañas deportivas?

Abriendo caminos

“¡Vayan a lavar los platos!”, gritaban los obreros portuarios desde los vapores de carga. “Ya los lavamos”, respondían las hermanas Blanca y Clotilde Torterolo mientras remaban en el frío julio del Riachuelo en la isla Maciel cuenta el periodista Ezequiel Fernández Moores en “Breve historia del deporte argentino”. Años después Irma Concogni, otra de las cinco pioneras de aquel bote de 1930 –junto a su hermana Wanda y Nelia Fonda -, recordó que “las criticaban por los short los del puerto y la gente que cruzaba a la isla Maciel se hacía cruces al verlas”. Por aquellos años las mujeres vestían al tobillo pero ellas comenzaban a desafiar los cánones vigentes. Las Tortolero además de remeras fueron atletas reconocidas y Blanca con 12.7 segundos llegó a consolidarse como la corredora más veloz de Sudamérica.

A Olga Tassi, su padre, un tano conservador como la inmensa mayoría de los que educaban a sus hijos a comienzos del siglo XX, le prohibió viajar a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1932. La atleta de gran resistencia, campeona nacional y sudamericana había nacido en Pergamino y desde muy pequeña competía como Olga De Angelis, apellido de su madre, y hacía pasar los entrenamientos por salidas al cine con amigas. Cuando su padre la descubrió casi se le terminó la carrera. Una platada de tallarines para generar más energía y resistencia fue el acuerdo – hoy comprobadamente anti producente- previo a la competencia que debió sellar con su padre para continuar. Su historial data de 59 victorias. Una de las más recordadas, tal vez, fue en él sudamericana de Lima cuando venció en la posta junto a Elsa Irigoyen, otra pionera del deporte en nuestra tierra. Polifacética como muchos de los deportistas de antaño Elsa se destacó –además del atletismo- sobre todo en esgrima. Experta en florete, sí contaba con el apoyo de su padre, pero debió lidiar con otra dificultad de género ya que por aquel entonces los mejores horarios de entrenamiento eran prioridad exclusiva de los hombres. A pesar de ello ganó 20 veces el campeonato argentino y obtuvo la medalla dorada en los Juegos Panamericanos de Buenos Aires en 1951.
El hockey femenino fue subcampeón mundial en 1972, 1974 y 1994 pero recién alcanzó la popularidad en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 cuando la presea plateada le valió el mote de Leonas a un grupo de jugadoras dirigidas por Sergio Cachito Vigil donde se destacaban Karina Massota, Vanina Onetto, Magdalena Aicega y las jóvenes promesas  Luciana Aymar, Ayelén Stepnik y Soledad García. Desde aquel momento mágico los logros se han multiplicado y el hockey femenino es un fenómeno masivo –tanto en lo público y en lo privado - en miles de clubes y colegios de nuestro territorio.
Si bien el sueño de su madre era que fuese bailarina el talento de Marcela Acuña estaba impregnado por el de un mundo completamente antagónico. Ella amaba el boxeo desde muy pequeña y a los siete visitó un gimnasio por primera vez. A los doce fue cinturón negro de karate y dos años más tarde obtuvo el cetro de "Campeona Sudamericana" en su división. En 1995 se retiró del karate cuando quedó embarazada de su primer hijo. Después de un tiempo fuera del combate, Acuña decide volver, pero apostando a un universo exclusivamente masculino: el boxeo.  El 28 de abril de 2001 enfrentó a Jamillia Lawrence en Buenos Aires, esa noche se consagró en ser la primera mujer en realizar una pelea profesional de boxeo en el país. En la actualidad argentina posee múltiples campeonas mundiales que se animaron a seguir sus pasos en un cuadrilátero que no conocía el perfume de mujer.

El grupo de las cinco

Como toda categorización requiere una elección hay quienes pueden determinar quienes han sido las deportistas más relevantes de nuestra historia. Por sus logros, dentro o fuera de la cancha y por la huella indeleble que marcaron en el deporte que practicaron destacaremos a Janette Campbell, Noemi Simonetto, Mary Terán de Weiss, Gabriela Sabattini y Luciana Aymar.

 

Jeanette Morven Campbell. Nació en Bayona, Francia el 8 de marzo de 1916. “Morven”, montaña en irlandés, fue elegido por su padre, un escocés aficionado al golf patrón de campos en Bahía Blanca. Su madre Mary Gorman fue una de las primeras maestras que Sarmiento trajo al país a finales del siglo XIX. Su historia dentro de la natación comenzó a los 6 años, en las piletas del Belgrano Athletic Club, hasta que pasó a formar parte del equipo de 100 metros del Club Ferro Carril Oeste en 1929. Múltiple campeona y plusmarquista argentina y sudamericana volvió a subirse a un barco rumbo a Europa veinte años después de su natalicio. Fue la primera mujer del país en competir en un Juego Olímpico. El viaje hacia Berlín 1936, lo compartió con los 50 hombres que formaron la delegación argentina -51 en total – de los recordados juegos utilizados por la propaganda Nazi.

Se preparó repartiendo sus horarios de entrenamiento con los de secretaria en el frigorífico Swift. Había comenzado a competir solo un año antes en 1935 cuando se autorizó el ingreso a las mujeres a los campeonatos sudamericanos y desde entonces solo se dedicó a bajar records. En el viaje a Berlín como la piscina del Cap Arcona, barco que llevó a la delegación argentina medía solo dos metros, entrenaba atada a una cuerda de goma que le permitió mantenerse en estado los 21 días del épico viaje. En la competencia fue segunda a solo dos décimas de la holandesa Rita Manstenbroek. Esa fue la primera de las 6 medallas que la natación argentina ha logrado en más de 80 años de participación olímpica y la primera de una mujer argentina en cualquier disciplina. La cancelación de los juegos de Londres 1948 la dejó sin revancha alguna. Falleció en 2003 y el natatorio del CENARD, en la actualidad, en un reconocimiento ultra merecido lleva su nombre.
 

Noemí Simonetto. Nació en la ciudad de Buenos Aires. Ingresó, primero al equipo de atletismo del club River Plate y luego al del Club Atlético Independiente de Avellaneda. En el Campeonato Sudamericano de 1941, cuando tenía 15 años, ganó la medalla de oro en postas de 4 por 100. En ese mismo certamen también obtuvo las medallas de bronce, en salto en largo y en salto en alto. Dos años después en el Campeonato Sudamericano de 1943, obtuvo dos medallas de oro, una en salto en largo y otra en la posta de 4 por 100. En dicha competencia también alcanzó la medalla de bronce en salto en alto. En el Campeonato Sudamericano de 1945, ganó tres medallas de oro: 80 metros con vallas, salto en largo y postas; y dos de plata: 100 metros y salto en alto. En esa oportunidad estableció la marca de 1,60 metros en salto en alto, que se mantuvo como récord argentino por 25 años. En el Campeonato Sudamericano de 1947 ganó cuatro medallas de oro: 100 metros, 80 metros con vallas, salto en largo y postas. También alcanzó la medalla de plata en salto en alto. En los Juegos Olímpicos de Londres 1948 Noemí Simonetto, con 22 años, obtuvo la medalla de plata en salto en largo con una marca de 5,60 metros. Simonetto se había mantenido al frente hasta la última ronda, siendo superada por la húngara Olga Gyarmati, en el último intento, con 5,69 metros. La suya fue la primera medalla obtenida por una mujer sudamericana en atletismo. Compitió en diferentes categorías hasta la década del 90’, fue integrante del COA y falleció en febrero del año 2011.

 

María Luisa Terán de Weiss (Mary Terán de Weiss). Nació en Rosario el 29 de enero de 1918. Fue la primera deportista argentina en alcanzar los primeros planos del tenis mundial. Disputó 1.100 partidos internacionales de tenis, de los que ganó 832, entre singles, dobles damas y dobles mixtos. Ganó torneos de la talla del Abierto de Irlanda (1950), Israel (1950), Colonia (Alemania) (1951), Baden-Baden (1951), Welsh (1954) y varias veces el Torneo del Rio de la Plata. Aunque su mayor logro fue haber sido la primera en popularizar un deporte, hasta entonces catalogado como elitista. Fue funcionaria de Perón y el golpe del 55’ la encontró jugando en Alemania. Los militares golpistas llamaron a los organizadores del torneo para que no le permitan seguir jugando alegando que “adhería al régimen depuesto”. Si bien no tuvo problemas para continuar su carrera en Europa, estuvo obligada a vivir en el exilio por cuatro años. En 1959 cuando regresó al país pudo recuperar su departamento y negocio de ropa deportiva que le habían sido confiscados por la Libertadora pero debió sufrir la bajeza de sus íntimos. A pesar de haber sido habilitada para jugar en Argentina por la Asociación Argentina de Tenis (AAT), el Belgrano Athletic, club del que formó parte por más de 20 años le cerró las puertas. Otras instituciones como el Belgrano Social, GEBA y el Lawn Tenis se adhirieron a la iniciativa. Recién en 1963 River Plate la inscribió en su equipo pero el resto de los clubes se negaron a enfrentarla. “Le imputaban haber atacado al tenis cuando Perón colocó a los clubes bajo control del gobierno pero por otro lado ella evitó que la CGT hiciera asados y otros males mayores en las canchas de tenis” recuerda Roberto Andersen en la obra de Fernández Moores. Luego de muchos años de viudez, apremiada por un boicot de sus pares que duró más de dos décadas decidió quitarse la vida en 1984. En la última década se inició un movimiento destinado a recuperar su memoria y este hecho se concretó en 2006 con la decisión de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en denominar Estadio Mary Terán de Weiss, al estadio de tenis más grande de Sudamérica. Como ejemplo de que el reconocimiento nunca le fue fácil, muchos de los medios de discurso dominante prefieren omitir su historia y aluden al lugar como Estadio Parque Roca.

 

Gabriela Beatriz Sabatini. Nació en Buenos Aires el 16 de mayo de 1970. Pasó su infancia en el barrio porteño de Villa Devoto. A los seis años comenzó a jugar al tenis en el frontón del Club Atlético River Plate, siguiendo los pasos de su hermano Osvaldo, meses después el profesor Daniel Fidalgo la invitó a sumarse a la escuelita de tenis de River. Cuando a los 12 años ganó el Mundialito Infantil en Caracas ratificando el talento que ya había anticipado en los torneos infantiles metropolitanos y nacionales, le demostró al tenis argentino que estaba llamada a ser la heredera de Norma Baylón, quien en 1966 había llegado a ser la 5º del ranking mundial. A los 14, Sabatini fue campeona mundial Juvenil en singles y dobles, al ganar Roland Garros (Francia) y otros cinco torneos de menor importancia.

En 1984 debutó en el profesionalismo y en mayo de 1985, se convirtió en la semifinalista más joven de la historia de Roland Garros.  En octubre de 1985 ganó su primer torneo profesional, el Abierto de Japón, con sólo 15 años. En el Madison Square Garden de Nueva York se adjudicó, en 1988, el Masters, torneo que volvió a conquistar en 1994. En 1988 escribió su página más gloriosa con la albiceleste cuando alcanzó la medalla de plata para la Argentina en los Juegos Olímpicos de Seúl '88.
El 8 de septiembre de 1990 ganó el Abierto de Estados Unidos, cuando venció a su eterna rival, la alemana Steffi Graff. Este fue sin dudas su máximo logro como profesional.  Un año más tarde, en 1991, fue finalista en Wimbledon. Logró cuatro veces el Abierto de Roma y, en el ranking de la WTA, su mejor ubicación fue el tercer puesto que mantuvo durante 149 semanas en 1989. De los 213 torneos que disputó, se impuso en 27, llegó a la final en 28 y a semifinales en 57, mientras que en cuartos estuvo en 39 ocasiones. En total, ganó 632 partidos.


Luciana Paula Aymar. Nació el 10 de agosto de 1977 en Rosario. Símbolo de Las Leonas y consagrada la mejor jugadora de hockey del mundo en siete ocasiones, cuatro de ellas de forma consecutiva, entre 2007 y 2010. Su talento indiscutible y pergaminos la catalogan como la mejor jugadora de hockey de todos los tiempos. Junto al Seleccionado Argentino de Hockey sobre Césped, participó en 4 Juegos Olímpicos, donde cosechó cuatro medallas consecutivas. Plata en Sidney 2000,  bronce en Atenas 2004 y Pekín 2008 y la reciente medalla plateada de Londres 2012. En esta última competencia, Aymar igualó el récord impuesto por el yachtista correntino Carlos Mauricio Espínola, como los máximos acreedores de medallas olímpicas en la historia argentina. El periodista Juan Pablo Varsky, prologuista de su biografía “Corazón de Leona” –escrito por Luis Calvano-  describió a Luciana como una “rebelde frente a las adversidades” y destacó que “lo que ella es, dentro y fuera de la cancha, tiene mucho que ver con su fortaleza anímica para sobreponerse a los problemas. Creo que su apodo está muy bien puesto: el ‘Lucha’ no es por Luciana, tiene que ver con lo que tuvo que remar para ser lo que hoy es”.