Sobre grandes y chicos

Deportes

Equipos de fútbol grandes y chicos hubo y habrá siempre. Lo que creció en el fútbol es la clase media. Y sus representantes están siempre listos para dar el salto hacia la elite. Así lo piensa reconocido periodista Diego “Chavo” Fucks.

Muchos hinchas –la mayoría, diría, por una cuestión de edad—hablan de “equipos chicos” y “equipos grandes” sin saber que esas denominaciones vienen desde el fondo de la historia. Si bien ese lugar se lo ganaron seis equipos en el amateurismo, cuando llegó la era profesional (1931) esos seis equipos tenían voto doble a la hora de las decisiones importantes. Y “seis” no es un error: los “seis grandes” eran Boca, River, Independiente, Racing, San Lorenzo y Huracán. Sí, Huracán. Esa vieja disputa del “sexto grande” se dio por la caída de Huracán y porque en la era profesional, el cuadro de Parque Patricios fue campeón de Primera División una sola vez. Aquella estupenda formación de César Luis Menotti del Metropolitano de 1973 fue la que le dio la única vuelta olímpica en Primera al viejo Globo.

El profesionalismo fue corriendo y Boca y River fueron afirmándose como líderes indiscutidos de la mayoría de los corazones futboleros. Se repartieron todas las vueltas olímpicas que hubo en la Argentina entre 1931 y 1937. Fueron los tiempos de los cañoneros. EL bombardero de Boca se llamaba Francisco Varallo, el de River Bernabé Ferreyra. Independiente se les arrimó en los años 38 y 39, con un formidable equipo que sirvió de base para que el paraguayo Arsenio Erico se convirtiera (y aún hoy sea) en el máximo goleador de la historia de nuestro fútbol. Erico no tenía las características de “tanque” que se usaban en esa época. Más bien, era todo lo contrario. Era un bailarín, un acróbata increíble que, con sus saltos y sus brincos, llegaba a donde nadie llegaba.

Boca y River, como en los 30, se repartieron la primera mitad de la década del 40. En medio de esa Buenos Aires romántica y con la aparición fulgurante de Juan Domingo Perón y su vínculo irrompible con el pueblo (entonces era “el pueblo”, hoy es “la gente”), irrumpió un equipo glorioso, desde el mismísimo sur de la ciudad: San Lorenzo, el gran campeón de 1946. Pero sólo fue ese año. Los que siguieron fueron de River e Independiente.

Perón tenía un Secretario de Hacienda llamado Ramón Cereijo, de quien era muy amigo. Cereijo era fanático de Racing. La Academia había ganado títulos en serie en la década del 20, cuando el fútbol todavía no era profesional. Pero en el tiempo rentado, Racing no había sido campeón nunca. Huracán bajaba en la consideración, pero Racing se mantenía. Y su status reclamaba un título. La pelea con Independiente por el dominio de Avellaneda llegó a tal punto, que la Academia pudo haber construido su estadio en Retiro, en donde hoy está el Sheraton Hotel y desistió para no dejar solo en la ciudad a los Rojos. No sólo eso: construyó un extraordinario estadio a una cuadra del que tenía Independiente. El famoso “Doble Visera” de Independiente había sido construido en 1928 y fue el primer estadio de cemento de Sudamérica. Racing debió ser local en la Bombonera durante 1949, pero no fue obstáculo para que fuera campeón por primera vez. En ese año, River, Boca, Independiente y San Lorenzo quedaron debilitados por el primer gran éxodo de futbolistas de la historia, ocurrido a fines de 1948 y principios del 49. Racing pudo retener a sus futbolistas. Algunos suponen que por ese acercamiento de Cereijo con Perón, Racing consiguió los fondos para retener a sus principales figuras. Eso decían los “gorilas”, dicen los peronistas. La cuestión fue que Racing ganó los torneos del 49, 50 y 51. En el 50 inauguró su tradicional Cilindro y en el 51 venció a Banfield en tres finales impresionantes.

 

@chavofuchs