Temperley, ascenso de la primera noche de verano

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El fútbol del ascenso es aquel que se vive en estado puro. El mismo sudor que empapa la camiseta de sus jugadores parece evaporarse y transformar el aire que respira cada uno de sus simpatizantes durante la semana. La cuadra, el barrio y los colores son tema único para los hinchas que encuentran en el club su razón de ser.

Si bien la historia de Temperley comenzó a escribirse el 1° de noviembre de 1912, en el viejo Colegio Arias, podemos afirmar que los hinchas del Gasolero vivieron su instante de mayor gloria en el primer día del verano de 1982.
La incorporación de San Lorenzo al Campeonato de la Primera B, por haber descendido en 1981, revolucionó el ámbito futbolístico al punto de vender una excepcional cantidad de entradas sin precedentes hasta entonces. En aquella temporada histórica para la categoría, donde el primero de los cinco denominados grandes militó en el mundo del ascenso, se estableció un promedio de casi 18 mil boletos por partido, número que no se alcanzó en muchos de los juegos de Primera División.


El Ciclón fue el holgado campeón de aquella temporada del ´82 donde, como hoy, también hubo 22 equipos y se reestructuró el campeonato en dos zonas.
Los de Boedo no fueron la única vedette de aquel certamen. Se sumó Colón, que también descendió, y retornaron Lanús y Chacarita Juniors, ganadores del ascenso en Primera “C”. Como se esperaba los Azulgrana fueron los campeones pero Temperley fue la sensación que rompió con todos los pronósticos.
Comparado con otros candidatos el humilde Celeste fue de menos a más. Luchando mano a mano con gigantes que no se sentían habituados a la categoría Temperley fue octavo  en la tabla general y cuarto en su zona. Logró, con lo justo, la clasificación al Torneo Reducido por el Segundo Ascenso. El equipo fue dirigido en primer lugar por Juan Carlos Merlo, que luego fue sucedido por Carlos Pachamé, quien años después fue el ladero de Carlos Salvador Bilardo en la Selección Nacional.


En el reducido eliminó nada menos que al Chacarita Juniors de Luis Islas, Abramovich y Enrique Borrelli. Al  1-0 en la ida se le sumó un 0-0 de vuelta que culminó suspendido por intento de agresión al árbitro Aníbal Hay. Cuentan las crónicas de la época que el colegiado debió ser auxiliado por el propio Pachamé para salir ileso del estadio. El humilde Gasolero daba un paso, impensado al comienzo de temporada, frente al Funebrero.
Gimnasia y Esgrima La Plata, otro animador de la máxima categoría que vivía un año de zozobra, era comando en el campo de juego por el Pipa Jorge Higuaín. El Lobo había armado un poderoso equipo para regresar a primera y, de antemano, no debía tener ningún inconveniente con su rival de turno. Pero el sorprendente Temperley lo hizo de vuelta.  Los de Pachamé ganaron 2-1 en su casa y el 1-0 de los platenses en la vuelta obligó a definir el destino de ambos desde los tiros penales. El Celeste volvió a sorprender a propios y extraños y silenció al Bosque de la capital bonaerense. El humilde equipo de la localidad de Lomas de Zamora se cargaba a otro candidato y lo condenaba a otro año de sufrimiento.


Para la final tocó Atlanta. El primer partido fue muy disputado pero los de Pachamé se lo llevaron por 2 a 1 con goles de Masotto y Dabrowski. La segunda final se jugó en el estadio de Huracán y la dirigió Mario Gallina. Aquella noche Temperley alistó a Cassé; Aguilar, Piris, Issa y Villalba; Massotto, Esquivel  y Lacava Shell; Dabrowski, Finarolli y Scotta. El juego fue trabado, luchado y jugado con mucha tensión. Incluso ninguno de los equipos terminó con once, fueron expulsados Graciani, Bianchi y Ribolzi en Atlanta y Massotto por el lado de Temperley.  El Bohemio finalmente, con un gol de Omar Porté de penal, se quedó con el triunfo. El dramatismo se extendió a tiempo suplementario pero el resultado no se modificó. El suspenso del ascenso a Primera para 1983 debía definirse por tiros penales.
La tanda desde los doce pasos literalmente fue eterna y emocionante. Llegaron igualados al 12-12 hasta que Quique Hrabina, que años más tarde terminó siendo sinónimo de coraje con la camiseta de Boca, ejecutó su disparo que fue contenido por el héroe de turno: el inolvidable Héctor “el Mudo” Cassé. La responsabilidad del ascenso quedaba en los pies del goleador marplatense Ricardo Mariano Dabrowski. El flaco venció la resistencia de Alberto Parsechián, arquero del conjunto de Villa Crespo, y desató la algarabía más impresionante de la historia de Temperley. El sueño de los pibes del barrio, comenzado a comienzos de siglo, llegaba a codearse con los grandes.


El paso del equipo en Primera fue inolvidable y hasta llegó a disputar la semifinal del Nacional ‘83 ante él Estudiantes de Bilardo. Pero los días de gloria se fueron con la pérdida de categoría en 1989.
Este 2014 encuentra al Celeste viviendo un momento memorable. Luego del sufrimiento de los años ’90, donde estuvo a punto de desaparecer por una quiebra financiera, el club resurgió de una devastación socio-cultural que lo hizo convivir con la ruina. El pasado mes de Junio Temperley, de la mano de Ricardo Rezza, ascendió de la B Metropolitana a la B Nacional y en los días que corren busca el ansiado regreso a la máxima categoría de nuestro fútbol que podría darse nuevamente en diciembre. Otra vez la historia del Gasolero se encuentra ante una oportunidad brillante. Tres décadas después podrá escribir un momento glorioso y, tal vez haya llegado el instante de dar vuelta la página para que aquellos héroes de 1982, con un nuevo ascenso de la institución a cuestas, empiecen a convertirse en leyendas.