Canción sobre canción

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El último disco de Liliana Herrero

Liliana Herrero y Fito Páez son amigos. Ella es filósofa y cantante, él es músico. Ella tiene más prestigio que popularidad, él tiene ambas cosas. Ambos son rosarinos. Canción sobre canción, su opus 14 como solista, incluye solo temas de él interpretados por ella. Nunca mejor dicho: interpretados. Porque Herrero es una cantante que interpreta y no alguien que respeta la partitura y la obra original para alegría de oyentes cómodos y poco comprometidos. Como Mercedes Sosa, de quien tomó algunas ideas interpretativas que luego transformó hasta, por momentos, la deformidad, o como Roberto Goyeneche o Adriana Varela y siguen las firmas (no muchas), Herrero se adueña de la canción y de alguna manera la re-compone. No es un estricto cover, ni una versión acotada y prolija, sino algo nuevo, distinto, donde si bien se reconoce la obra que le dio origen, por momentos esa noción puede perderse y luego nuevamente encontrarse, o no.

En el repertorio enteramente Páez del disco (financiado colectivamente gracias a la contribución del público que asistió al concierto del 9 de agosto de 2018 en la Sala Caras y Caretas 2037, de la ciudad de Buenos Aires), aparece un solo megahit (Mariposa tecknicolor, con la presencia del uruguayo Fernando Cabrera, con una breve pero gran interpretación de cierre), lo que también implica una ideología artística que viene mostrando desde… siempre. En clave de canción de cámara, Herrero por momentos acaricia las palabras (como en Giros, Ámbar violeta), en otros las recita o estira como chicles melódicos (Del 63, D.L.G.), las sincopa como un standard de jazz (Carabelas nada), las llora (Dejarlas partir, Tres agujas, Abre), las blusea (Tatuaje falso), las folklorea (Instant-táneas). 

Canción sobre canción fue producido por el guitarrista Pedro Rossi, el contrabajista Ariel Naón y la propia Herrero, y contó con la participación de Mariano Cantero en percusión, Mariano Agustoni en piano, Martin Pantyrer en clarinete bajo y Federico Siksnys en bandoneón. Un ensamble de excelencia para esta obra. Si bien es cierto que Liliana Herrero partió de una materia prima notable, le sumó una selección de temas para nada obvia y un modo absolutamente único de encarar el repertorio elegido. En todo sentido. Habrá quienes extrañan los originales y escuchan de reojo estas versiones a veces llevadas al límite del histrionismo vocal. Para quienes se dejan envolver por su teatralidad musical y su inconformismo artístico, se trata de un gran disco.

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